16 enero 2007

nuestras tormentas


Se levantaron las olas por encima de nuestras cabezas, el sudor y el esfuerzo se vería recompensado en la lucha contra la tempestad, los brazos tensos sujetaban las cuerdas que nos unían sobre las aguas, gritamos, reímos incluso. Risas nerviosas y ansiosas por momentos, las corrientes nos llevaban de un lado para otro tratándonos como muñecos, adoptando formas extrañas, formas que difícilmente podríamos volver a adoptar. Te besé suavemente detrás de la oreja cuando termino todo y en el cuello que aún estaba húmedo por el sudor. Después de la tempestad viene la calma; nos quedamos dormidos entre los restos del naufragio

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