30 enero 2007

Oxigeno

Martika Leibniz se quedó mirando extasiada el techo de la cámara de hiperoxigenación mientras disfrutaba de su enésima sesión desde que estaba de vacaciones en Phoebe. La oscuridad reinante y su extraña órbita provocaban sensaciones tan extraordinarias que se había convertido en el centro vacacional por excelencia de excéntricos y gente deseosa de experimentar las más extremas sensaciones corporales.
Ya había registrado una cita para su micro regeneración molecular cuando llegase a Aldrin, la segunda ciudad más importante de la Luna, pero aún así sentía que los excesos de una semana de vacaciones le iban a pasar factura mucho tiempo.
Terminada la sesión, con un toque en el cinturón la ropa se autolimpió de nuevo y le dió a su chaqueta blanca y sus botas rosas ese olor de fresa ácida clásico de los chicles de la tierra que tanto furor estaba causando en esta temporada.
Mientras iba, mareada, una vez más a la sala principal lo decidió. Que el chico de los ojos de gato podría ser su próxima victima. Quién sabe, a lo mejor esos ojos le sentarían mejor a ella.

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