12 marzo 2007

desinterés


La suma de su desinterés, a la nada despreciable necesidad mía de ser ignorado, nos hacía la pareja perfecta. Menudo subidón mirarla y sufrir el látigo de su indiferencia: ¡era feliz!, hasta que terminó de limpiar las gafas, levantó la mirada y me sonrió.

os

No hay comentarios: